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lunes, 8 de octubre de 2007

NO SOLO SALMONES.


El otoño avanza y la metamorfosis parece adueñarse del mundo, los arboles pierden sus verdes colores y acabaran desnudando sus ramas, dejando a sus pies un manto ocre de vida marchitada.
Los salmones oscurecen y deforman su cuerpo guiados por su instinto ancestral, ese que les hace viajar para buscar su muerte, y muchos pescadores llamados también por un instinto, el instinto del monte, de la montaña, de las llanuras castellanas mudan sus habitos y sus pensamientos.
Al menos por un tiempo, unos pocos meses nuestro sueño se esconde bajo una jara, o entre un bosquete de piornos rodeados de nieve.
Nuestro sueño es un amanecer de otoño, el monte detrás y el horizonte al frente. Una ladera empinada, un perro y en la cumbre, como siempre, ella.

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